Hace unos días me encontré con una amiga, ella me compartía parte de su conflicto interno con el que está batallando.

Mi cuerpo está muy enfermo, decía ella, como creyente de Jesucristo se supone debo tener una actitud de “victoria”, o al menos eso es lo que muchos dicen, pero no tengo ese ánimo.  Su pregunta era ¿qué hago para no parecer que no tengo fe?  Porque creo tenerla, pero la realidad es que estoy muy abatida, concluyó.

Hoy deseo hacer una breve reflexión al respecto, pues me parece que no sólo a ella le viene este pensamiento.

En el recorrido de la vida nos enfrentamos a circunstancias que pueden poner a prueba nuestro buen ánimo de estar en lo más alto de la montaña que llamamos “Victoria” y en su lugar nos encontramos en lo profundo de un valle sombrío, acompañados de pensamientos negativos, que lejos de ayudar nos enferman aún más.

¡Es el momento pedir a Dios que nos hable y buscar respuesta en nuestro navegador, La Palabra de Dios!

En el 2do. Libro de Corintios capítulo 1 y verso 8, Pablo, un gran servidor de Jesucristo, nos cuenta como su vida de servicio estaba rodeada de muchas tribulaciones, tanto que según dice, fue abrumado sobremanera, más allá de sus fuerzas, de tal modo que  hasta perdió la esperanza de conservar la vida.

Al igual que Pablo, todos pasamos por la experiencia de sentirnos abatidos, y Dios lo permite para que no confiemos en nosotros mismos, sino sólo en El, quien nos libra aún de la misma muerte, de acuerdo a su propósito, al igual que le sucedió a este hombre de mucha fe, según sigue la lectura.  Más adelante, él mismo escribe, “estamos atribulados, mas no angustiados, en apuros, mas no desesperados, perseguidos, mas no desamparados, derribados, pero no destruidos.”

¿Estás en un valle de aflicción? Busca y refúgiate en el Señor.  El conoce tu condición, te levantará, te ayudará a salir de ese lugar de derrota que te agobia, te sostendrá en la prueba, porque te ama, y nada te podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Romanos 8:39.

Bendiciones